Por Julia Espinoza y Santiago Castillo,
dirigentes de la Agrupación por la Vivienda Luchadores de Lo Hermida.
“Sueñan las pulgas con comprarse un perro,
y sueñan los nadies con salir de pobres,
que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte,
que llueva a cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer,
ni hoy, ni mañana, ni nunca,
ni en lloviznitas cae del cielo la buena suerte,
por mucho que los nadies la llamen
y aunque les pique la mano izquierda,
o se levanten con el pie derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba”.
Eduardo Galeano (1940). Los Nadies
Vivimos en un país donde hasta el paso de las estaciones del año parecieran imprimir una huella más en el abismo que separa a pobres y ricos. Quizás no es obvio, pero el invierno no nos afecta a todos de la misma forma. Esto nos dice mucho sobre un Chile donde se pasa la humedad, y el viento que viene después de la lluvia se cuela por los huesos de cientos de miles de pobladores y pobladoras que no tienen acceso a una vivienda digna.
El nuevo invierno pilla a la sociedad chilena atravesando la crisis de la vivienda más importante de sus últimos treinta años: la onda polar no tiene piedad con las casi 100 mil familias que están viviendo en campamentos, ni con las otras 700 mil que no tienen una vivienda adecuada. Saben de frío los pobladores, como lo saben las vecinas de Bajos de Mena que esta semana ha vuelto a cubrir sus techumbres con nylon después de que habían sido supuestamente reparadas por SERVIU. ¿Qué tan difícil será para la sociedad con casa entender lo dolorosas que son estas situaciones?
La Agrupación por la Vivienda Luchadores de Lo Hermida, que reúne a cientos de allegados de esta población, junto con organizaciones hermanas como el Movimiento Solidario Vida Digna, hemos alertando sobre los efectos del estallido habitacional en curso y exigido la realización de un Plan Habitacional de Emergencia encaminado a garantizar el derecho a la vivienda de las familias pobladoras excluidas de las ciudades. El problema de la vivienda no puede esperar que se termine el proceso constituyente para apurar su solución: requerimos de acciones inmediatas, como un plan contra la carestía de la vida, contra el hacinamiento, y en definitiva, en contra del frío que acecha a nuestras familias.
Consideramos que es fundamental que se aplique de forma urgente una Operación Invierno en los campamentos del país, especialmente aquellos que se formaron al calor de la revuelta popular y la pandemia, que no han tenido prácticamente ningún apoyo del gobierno. Una Operación Invierno que decrete el cese inmediato de todas las órdenes de desalojo contra las familias más empobrecidas de Chile, que instale centros comunitarios en las tomas, y brinde servicios básicos de agua, luz, alcantarillado y recolección de basura: pero, ¿qué tan difícil puede ser empatizar con una persona cuando tiene el agua colada en su casa?
Todavía quedan nueve meses de un gobierno que ha demostrado ser absolutamente indolente frente a este drama. Por supuesto, nos siguen gobernando los con casa: los mismos que creían que el chileno normal tenía dos viviendas o que desconocían la epidemia de hacinamiento que existe en las poblaciones. Hoy la ausencia de políticas que protejan a las familias en contra del invierno no es una decisión del Ministerio de Vivienda: es una posición directa del frío del presidente Piñera.
La resolución del nuevo problema de la vivienda exige que se tomen medidas enérgicas y contundentes, como la realización de una Operación Invierno en los campamentos y una Operación Suelo que acelere la entrega de soluciones a los comités de allegados. Hoy día el Estado dispone de más de 1000 hectáreas en terrenos eriazos, pero ¿qué tan difícil puede ser para los gobernantes aportar con este tipo de soluciones a la emergencia?¿Cuanta más falta de voluntad política tendremos que aguantar los pobladores y pobladoras sin casa?
No hay razones, ni argumentos que aguanten para que las autoridades extiendan la espera, ¡plan habitacional de emergencia ahora!